miércoles, 10 de mayo de 2017

Tradiciones y Cultura

Las Cachúas, con un mameluco coloreado y alas de murciélago, tienen una de las máscaras más hermosas del país sin pintura, en base a papel multicolor de vejiga y crepé, donde sobresale una enorme cabellera hecha de papel crepé de diversos colores. Usan espejitos en las capas y algunos llevan campanas en las cinturas y otros en las manos. Llevan un “fuete” (foete) en la mano. Algunos usan una máscara simple de tela.
Aquellos que no se disfrazan, pero que sí participan en el Carnaval, se les llama civiles y se enfrentan con los cachúas con sus fuetes.
En Cabral, los “Cachúas” salen el Sábado Santo (Sábado de Gloria) y se van a los campos en la mañana y regresan el mismo día en la tarde; repiten lo mismo el Domingo (Domingo de Resurrección). El lunes siguiente hacen lo mismo pero pidiendo, de casa en casa, dinero, plátanos, víveres o lo que tengan; regresan al pueblo y entonces se reunen todos los Diablos en el pueblo abajo (a veces más de 500) y comienza la ceremonia.

Hacen un gran círculo y el jefe de ellos les ordena repicar (”puntiar”) los fuetes y pasan un tiempo “puntiando”. Entoces van a pasear por el pueblo con un conjunto de acordeón, balsié, güiro y pandero y bailan por las calles. Cuando consideran que han bailado suficiente, hacen un Judas (Júa) de hojas de plátano, lo montan en un burro y con los fuetes lo guían por todo el pueblo mientras continúan bailando. Luego queman el Judas.
Finalmente todos los Diablos se dirigen al cementerio a rendirle tributo a los compañeros muertos, al tiempo que repican los fuetes e improvisan poesías. Entonces se dispersan, hasta el año próximo.

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