Aquellos que no se disfrazan, pero que sí participan en el Carnaval, se les llama civiles y se enfrentan con los cachúas con sus fuetes.
En Cabral, los “Cachúas” salen el Sábado Santo (Sábado de Gloria) y se van a los campos en la mañana y regresan el mismo día en la tarde; repiten lo mismo el Domingo (Domingo de Resurrección). El lunes siguiente hacen lo mismo pero pidiendo, de casa en casa, dinero, plátanos, víveres o lo que tengan; regresan al pueblo y entonces se reunen todos los Diablos en el pueblo abajo (a veces más de 500) y comienza la ceremonia.
Hacen un gran círculo y el jefe de ellos les ordena repicar (”puntiar”) los fuetes y pasan un tiempo “puntiando”. Entoces van a pasear por el pueblo con un conjunto de acordeón, balsié, güiro y pandero y bailan por las calles. Cuando consideran que han bailado suficiente, hacen un Judas (Júa) de hojas de plátano, lo montan en un burro y con los fuetes lo guían por todo el pueblo mientras continúan bailando. Luego queman el Judas.
Finalmente todos los Diablos se dirigen al cementerio a rendirle tributo a los compañeros muertos, al tiempo que repican los fuetes e improvisan poesías. Entonces se dispersan, hasta el año próximo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario